Si hablamos del envejecimiento cutáneo y del deterioro que acompaña a la edad, sabemos que entran en juego diversos mecanismos, tales como factores genéticos, las hormonas, exposición solar, nuestra forma de vida, patologías generales o cutáneas padecidas, hábitos tóxicos, etc., Todos estos van a influir en que, de forma más temprana o más tardía, se manifieste lo que biológicamente los años traen consigo: una disminución de la actividad de los procesos metabólicos celulares.
Es así que con el paso del tiempo, antes o después, por una causa u otra, nuestra piel va empobreciéndose o perdiendo actividad de diferentes sustancias o elementos.
Por otra parte es también conocido que los tejidos humanos tienen un poder de regeneración, una serie de procesos químico-metabólicos, mediante los cuales el organismo consigue crear nuevos tejidos que sustituyen a los que se van degradando debido a su vida limitada. Con el paso del tiempo, o por los efectos de determinados agentes, este proceso de regeneración se deteriora e incluso acaba perdiéndose.
En el caso de la piel sabemos que este proceso de regeneración de muchos de sus componentes está regulado y controlado por los Factores de Crecimiento. Estos están involucrados en la regeneración tisular y en la reconstrucción de la forma y funciones de los tejidos lesionados de las distintas estructuras del cuerpo, y por lo tanto, también de la piel.
El envejecimiento, proceso inexorable producido por el paso del tiempo, deja en la piel estigmas visibles del daño celular. Los signos de la pérdida de la juventud se traducen en una disminución de la luminosidad, del brillo y de la tersura de la piel, así como la falta de tono, el nacimiento de las primeras arrugas y la flaccidez de los tejidos. Además, el envejecimiento hace que la piel se torne delgada, pierda el agua retenida en la malla de ácido hialurónico y se atrofie la musculatura.
La última técnica de rejuvenecimiento cutáneo está en el interior del organismo de cada persona, exactamente en una fracción de la sangre, más específicamente en las plaquetas, que poseen los Factores de Crecimiento: péptidos o fragmentos proteicos biológicamente activos, secretados por todas las células del organismo pero que se almacenan en mayor cantidad en las plaquetas, fibroblastos, glándulas salivales, osteoblastos, lágrimas y riñones. Normalmente son activados cuando se produce una lesión regenerando el tejido dañado, ya sea la epidermis, el tejido celular subcutáneo, hueso y otras estructuras del organismo. Su producción y su activación van disminuyendo con la edad.
Así, los factores de crecimiento regulan la remodelación de la piel y, por tanto, juegan un papel de gran importancia en el aspecto de la misma, al permitir una regeneración más rápida y de mayor calidad en los tejidos conjuntivos dañados. Tras una lesión, como puede ser un peeling con punta de diamante o con ácidos ( acido glicólico, tricloroacético, fenol, etc.) , la epidermis puede reconstruirse naturalmente por medio de procesos fisiológicos de remodelación o cicatrización o más rápidamente y más eficientemente con la inyección de plasma enriquecido con plaquetas portadoras de factores de crecimiento. Se ha comprobado que la aplicación tópica, o la inyección subcutánea de FCE produce fuertes cambios sobre la piel envejecida: restaura la vitalidad cutánea, aumenta su grosor, recupera la consistencia elástica, mejora la afluencia vascular, estimulando las secreciones e incrementando la tersura y apariencia de la piel.
Técnica
Se extrae sangre al paciente y se la centrifuga, obteniéndose la separación del plasma y del resto de la sangre. El plasma rico en FC se vuelve a inyectar al paciente con técnica de Mesoterapia o de inyecciones subcutáneas de manera que no puede haber rechazo ya que pertenece al mismo paciente.
El uso de PRP nos permite, por tanto, un tratamiento con tejidos del propio paciente (sangre centrifugada) prácticamente exento de riesgos, sin reacciones adversas ni efectos tóxicos y que puede ser realizado de forma ambulatoria.
Inyectado en las zonas más flácidas del rostro y del cuello estimula la producción de colágeno, elastina y ácido hialurónico, lo que se traduce en una piel joven, tersa, luminosa y de mejor calidad.
Inicialmente se realizan 3 sesiones cada 30 días y luego mantenimiento con 1 sesión cada 6 meses.
Resultados
Los resultados se ven paulatinamente recién al mes de aplicado el tratamiento, cuando comienza la Bioestimulación de los tejidos tratados.
La estimulación biológica conseguida en este procedimiento hará que los fibroblastos generen colágeno y elastina como cuando eran jóvenes.
Esto se traduce en un aumento de la tonicidad de la piel, desaparición de líneas finas, arrugas y surcos se mejorarán y por sobre todos los casos mejorará el estado general del rostro del paciente lo cual siempre trae aparejado un importante aumento de su autoestima.
Este tratamiento se recomienda a partir de los treinta años, edad en la que la piel empieza a perder su poder de regeneración o simplemente cuando los signos de envejecimientos son visibles (por estrés, exposición al humo del cigarrillo, abuso de la exposición solar o simplemente por la falta de cuidados diarios).
Como todo procedimiento mínimamente invasivo, debe ser realizado por un profesional idóneo y con los cuidados asépticos correspondientes a la técnica.
Este procedimiento puede ser utilizado como complemento de otros tratamientos de medicina estética (Radiofrecuencia, IPL-Laser, Peeling, Mesolift, Mesoglow) y de cirugía plástica (lifting, blefaroplastia).